Ni un dedo hace mano, ni una golondrina, verano. Ese es un refrán referente al verano, que ya se nos ha echado encima precipitadamente. Se acabo el frio, y en el sur llegó el calor. Es un refrán curioso, y viene que ni pintado para los distintos frentes abiertos actualmente en el mundo. Y es que para eso están los refranes, para con la mínima expresión, abarcar toda una amplia gama de situaciones y problemas que tienen unas características comunes. Ni dedo hace la mano, ni una golondrina, verano; es decir, porque veas una golondrina no puedes afirmar que estas en verano, ni porque haya un dedo quiere decir que se le pueda considerar mano; pues apuntenselo y bien en todo el mundo, porque la lista podría seguir indefinidamente, ni gripe que venga del cerdo (se veía venir que el nombre de gripe porcina traería grandes problemas, y acabarían asociandolo, hasta que al final han decidido cambiarle el nombre por gripe de clase A), ni crisis que creas mejorar, lo hace. Ni lo uno, ni lo otro, al igual que el dedo o la golondrina, son significativos en si solos, tan solo, personas con mucho afan de protagonismo dirian que la crisis se está acabando (como he escuchado no a uno, ni dos, políticos...).
Crisis y cerdos, o debería ser al revés, la palabra cerdos para designar a los creadores y promotores de la crisis, y el término crisis para referirnos al genocidio puerco que se ha llevado a cabo en algunos paises, yo personalmente creo que encajarían mejor. Pobres puercos, no me los puedo quitar de la cabeza, que por un simple error de nomenclatura referente a esta gripe, se les este despojando de su cálida y acomodada vida. Imagínense ser cerdo, tienen que vivir bastante bien, sabrás tu inevitable final, pero precisamente por eso por ser inevitable, se hará mas llevadero.
Hay culturas que lo consideran un animal impuro, otras lo consideran exquisito y afortunado, otras no saben ni lo que es ni que partes se comen de él pero en fin, espero que sigan por muchos años dando compañia y carne, buena carne, a los humanos, y si otras culturas no lo quieren o no quieren comerlo, que regresen a la madre patria, que empiece el éxodo de los cerdos, que terminen con su diaspora y vuelvan todos, a modo de hijo pródigo, a su casa, este país. Que aquí se les quiere y se les querrá, comer también.
En fin a cada cerdo su san martín, y a cada ser humano su gripe.
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